PARA QUE
QUEJARNOS DE QUE MAL VA EL PAÍS, SÍ YA SUFRIMOS POR NOSOTROS MISMOS.
Qué “suerte” es en la vida, el “placer”
de conocer la escoria humana. Tener un piso en propiedad, por el que aun pagas
hipoteca, el cual decides alquilarlo para invertir o para poder vivir en algo
más espacioso, por un importe “¿€?” amueblado y equipado, listo para entrar a usarlo.
Y es ahí donde te llega el inquilino (arrendatario), un señor (si se le puede
llamar así) desconocido, que te garantiza el alquiler con un mes adelantado y
una fianza básica, para que tome posesión de tú piso con un contrato totalmente
legal, con la condición de que cuidar la vivienda como si fuera suya. Y con el
tiempo (a veces casi inmediatamente) te viene la sorpresa de que comienza a
“olvidarse” del objeto contratado y de la persona que ha depositado la confianza
en él. Desde hace varios meses deja de pagar, con la excusa de que primero tiene
que resolver sus problemas y luego los de la vivienda alquilada. Comienzas con un
“frenesí zombie” de verte rodeado con deudas de servicios que no son tuyos, de
llamadas de tu gerente del banco que ha hipotecado tú porvenir
“inquisitoriamente preguntándote” como te va la vida, de los vecinos que dicen
estar hartos de ruidos y peste que destila tu piso. Teniendo que buscar un
abogado, para que te represente y presente innumerables quejas ante la policía
y el juzgado, demorando varios meses hasta conseguir que lo desalojen de la casa,
dejándote deudas de servicios, deudas de alquiler, gastos de abogados, y para
mayor mortificación, haya destruido el piso, ocasionándonos perdidas y los
consiguientes trabajos de desescombrar, retirar, reacondicionar y volver
amueblar el piso. ¿El resultado? Una vez que lo sacan de tu vivienda, nadie se
hará cargo de este problema más allá de tú propio bolsillo y que lo que este
“señor” te deba y a otros, no sabrás cuándo lo cobraras.
Pero voy a volver a poner a alquilar el piso, claro que sí, pues es mi
fondo de pensión futura, es mi esfuerzo de trabajo para conseguir tener algo y
no voy a desistir de seguir con esta idea de mi porvenir. Aunque ahora sí que
voy a ser más consciente de buscar al mejor inquilino, aquel que me demuestre
no solo con su “bella personalidad”, también tendrá que hacerlo con su
capacidad económica demostrable, con sus buenas costumbres de vecindad, de su
buen comportamiento como persona y actitud social.
Como no vamos a sentir recelo de algunos que se toman el derecho de
usurpar una propiedad alquilada para destruirla, de aquellos que no les importa
el daño que infringen, amparados por la casi ambigüedad de procesos legales o
impases de tiempos que les permite abusar de lo ajeno y de alejarse de las
obligaciones contractuales.
Por esa razón, elije a un profesional como consultor inmobiliario o
agente que te ayude a buscar ese inquilino responsable, que mire por tú
propiedad como si fuera la de él. Que sea consciente de los detalles que tienes
que tener presente, que tenga el don de gentes para lidiar con aquellas
personas que por algún motivo sea el merecedor de dejarle tú propiedad en sus
manos para que viva y la disfrute, pero también que la cuide y la respete.
Y esto tiene su costo, es su trabajo, es su tiempo, su constancia para
dar lo mejor de su profesionalidad. Claro que tendrá que pagar sus honorarios… Señor
inquilino, pues él es quien va a demostrar ante el propietario (arrendatario)
que eres el mejor cliente del que puede confiar.
No se extrañe si son objeto de “investigación”, de preguntas sobre su
status social, económico, laboral e incluso el de otras posibles personas o
empresas que se “postulan” como avalistas de su status. No todo el mundo tiene
la suerte de invertir en su porvenir, pero menos aun sustentar ese porvenir en
manos de otros que no garantizan ni su propio existir. Es duro pero en nuestra
sociedad, nadie da nada a cambio ni nadie recibe de la nada.
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